23 abril 2014

La Forma Al Expresarse

Aquí les dejo un ensayo que me asignaron para TDLF en base a la lectura de algunos capítulos del libro ''El Territorio del Arte es Enigmático'' por Alejandro Otero, donde se habla de la forma, el arte y el diseño, entre otras cosas. Le agregué imágenes de las obras que más me gustaron cuando investigaba sobre varios artistas que menciona el texto. 


Expulsión del Paraíso, Miguel Ángel

Para empezar quiero decir que me siento totalmente frustrada porque quiero ese libro completo en mis manos. Es tarde, me dispongo a leer varios capítulos de ‘‘El Territorio del Arte es Enigmático’’ por Alejandro Otero, los había impreso hace un tiempo ya en la librería de la universidad. Lo primero en lo que me aborda el autor es en la estrecha relación que hay entre la forma y el arte, donde una no existe sin la otra. Yo nunca me había sumergido tanto en la verdad de estas palabras, una de las críticas que él
Almendro en Flor, Vincent Van Gogh
hace es de cómo en tantas ocasiones la cotidianidad y el uso ordinario de la palabra
‘‘forma’’ le arrebata por completo la complejidad de su significado, me declaro culpable de haberlo hecho, de no haber profundizado en todo lo que abarca este concepto. La forma es, en cuatro letras, todo. Todo, absolutamente todo, tiene forma, sea apreciada por tus sentidos o por tu imaginación, es natural el no  poder imaginar algo que no la tenga, porque aún intentándolo esa nada sin forma la tiene. Es algo muy relacionado al cómo procesamos la información en nuestro cerebro, por alguna razón tendemos y tenemos que darle un sentido a todo, una razón, una silueta, una característica que nos proporcione el sentimiento de poder manejar con nuestras propias manos esa idea. En el arte la forma es indispensable, pero como menciona el texto, una forma con carácter, con fuerza, con sentimiento, con propósito; bien señala que ninguna gran obra de arte existe sin esta, es como su alma, tantas veces pasada de alto, sin darle el mérito que en realidad posee. Con el manojo de hojas en una mano voy viendo las obras de los genios mencionadas en su texto: Miguel Ángel, en su robusta y maravillosa forma de presentar el cuerpo humano; Monet, en sus libres pinceladas;  Van Gogh, es su
La Avenida de los Alyscamps, Vincent Van Gogh
bella forma de ver; Picasso, en la complejidad de sus composiciones; Mondrian, en su aparente sencillez; Gauguin, en su fingido desdén; todos y cada uno de los mencionados me ilustraron mejor a lo que se refiere Otero con aquello de la fuerza de la forma. La forma no es solo un círculo, triángulo y cuadrado, la forma es todo lo que sale de ellas y más, es infinita. Otero señala que el que tiene una vista del todo obtiene solo un placer visual pasajero, solo el que logra apreciar lo que los demás ojos pasan de largo puede decir con honestidad que reconoce la grandeza del arte. Otra cosa que me hizo caer en cuenta de que Otero sí ve el todo en verdad, es el hecho de que considera incluso los aparentes ‘‘vacíos’’ como formas independientes, es cierto, nada es adrede, ni siquiera cuando ni el mismo artista fue enteramente consiente del hecho. Reitero: el arte da vida a la forma en la misma medida en que la forma da vida al arte. Algo así como la relación de una madre con su hijo pero aún más profundo, porque el niño eventualmente se desliga, el arte y la forma jamás.

La señoritas de Avignon, Pablo Picasso
Ya cuando me adentro con Otero en su visión de la forma y el diseño es cuando entro en desacuerdo con él en varios aspectos. El autor, a mi sentir, desprecia el proceso de diseño en el arte, lo devalúa, me da la sensación de que sintiera que este le quita pureza a las obras. Lo más probable es que me equivoque y este diciendo una barbaridad, pero es la sensación que me generan sus letras, más entiendo a qué se refiere con lo de diseñar de más, por así decirlo, pero opino que eso tiene que ver más con el diseñador pretencioso y su contracara que es el diseñador que se censura en un diseño, ambos obtienen como resultado que el diseño se vea incompleto, insípido e indiferente. La forma en el diseño la distinguimos como módulos, donde me advierte sobre la saturación del diseño al emplearlo. Lo que sí es una verdad para mí, aunque a Otero pueda parecer una intervención innecesaria a la suerte de pureza divina que tienen las más grandes obras, es que todos y cada uno de los artistas diseñan y diseñaron, voluntaria o involuntariamente, con papel o sin papel, con pretensión o sin ella, sus obras; este acto de diseñar es casi un reflejo, es inevitable que al crear no se diseñe consecutivamente esa creación, el simple hecho de imaginar como quieres que sea algo es, en otras palabras, diseñarlo. La forma en el diseño gráfico me lleva directamente a pensar en logotipos típicos derivados de las figuras geométricas básicas, pero como aprendí de esta lectura, hay que ver más allá. Resulta redundante decir que todo en el diseño debe tener un porqué, pero parece en misma medida
Lotos,  Claude Monet
necesario; como en el arte, en el diseño gráfico debe ser un requisito indispensable, debe procurarse forjar una relación semejante a la codependencia del arte y la forma. En estos primeros pasos de mi carrera me cuesta expresar el mensaje que busco comunicar en la composición, para mí, como creadora de ella, tiene perfecto sentido, tiene un mensaje y un concepto detrás, pero no logro que su traducción en otros ojos sea igual de sencilla, especial y clara; es como antes mencioné, uno de los mayores desafíos a la hora de componer y de diseñar, que todo signifique algo sin que sea expuesta la intensión con luces de neón, sin saturarla. Llego así a una frase de Otero: ‘‘Lo que ha sido diseñado comunica ese carácter’’. Se refiere a que el diseño gráfico envía el mensaje a todo público de forma directa, eficaz, a los que ven el todo y a los que aprecian los vacíos, aunque más que al diseño gráfico se refiere es a la publicidad y propaganda. El arte y el diseño pueden tener objetivos distintos pero siempre tienen uno en común: comunicar, lo que varía es la manera en que lo hacen y cito una vez más ‘‘el arte no depende del cómo ha sido hecha’’, he ahí la mayor diferencia entre el diseño gráfico y el arte.
Antibes, Claude Monet

Finalmente entramos en el mundo de lo natural, lo orgánico. El autor menciona en varias ocasiones cómo hay infinidad de formas, un mundo aparte más allá de las geométricas, inspiradas en lo vivo.  En la vida nada ocurre dos veces, no hay dos pétalos iguales, no hay dos personas iguales, no hay dos ramas iguales, no hay nada en este mundo que sea exactamente igual a lo otro. La espontaneidad del mundo natural es tan agradable que siendo todos los elementos diferentes no generan ni un miligramo de sentimiento de desorden, caos o desconexión entre ellos y su entorno.  Es sin lugar a duda una fuente de infinita inspiración, de motivación a no recurrir a los caminos fáciles. La naturaleza te motiva a hacer algo diferente, es un banco de ideas sin fondo, no existe en él la bancarrota. La naturaleza establece la pauta, nos da ejemplo  a seguir de cómo deben ser las cosas: únicas, nos proporciona el arquetipo.

Ver más allá de las narices es más difícil de lo que parece puesto que quien no lo hace no es consiente
Nevermore Of Taiti, Paul Gauguin
de ello, no sabe, no tiene una mínima idea de toda la inmensidad que tiene frente a sí, ni del sin fin de posibilidades que tiene de expresar estas maravillas o desgracias. Expresarse es una necesidad orgánica, es algo inevitable, a través de los medios que sean. Hay quienes disfrutan hablar, otros escriben, otros componen piezas musicales, otros pintan, otros esculpen, otros cantan. Todos tienen su arte. Todos tienen su forma de largar sus pensamientos, de expresarse, de saciar esa necesidad, lo que sucede es que no a todos les importa ni todos aprecian esta capacidad de ir más allá de lo planteado, de lo establecido, de lo superfluo. A muchos les da miedo adentrarse en su mente; miedo a que este vacía o siendo más positivos, miedo a que esté tan llena de mensajes que después de entrar sea simplemente demasiado. En cualquier caso lo peor es renunciar a la expresión de lo que se siente, de dejar un pedacito de mente o de alma en algo producido por ti, por tu esfuerzo, porque más que un derecho es muchas veces un deber el decir y defender lo que se piensa y siente.

Muchacha Frente al Espejo, Pablo Picasso 
Es insólito como nos acostumbramos a las maravillas de este mundo, tanto naturales como producidas, ¿cómo te puedes acostumbrar a ver las obras de Cruz Diez por la ciudad?, empegostarlas con la cotidianidad y lo ordinario, o considerar ridículo el asombrarte por el atardecer todos los días, ignorar las formas de las gotas de lluvia al estrellarse contra el parabrisas, entre otras miles de maravillas diarias. Siguiendo en la línea del expresar lo que se siente, como última idea planteada por Otero en lo leído, me genera mucha empatía que a él y a muchos les sucede que se entremezcla lo que quieren expresar con lo que ven, ese conflicto eterno de lo que debe ser y lo que se siente que es.  Pero más allá de lo políticamente correcto, de que al pintar un bodegón la sombra este donde debe estar, que el pliego de la tela este en el punto exacto o que al pintar un paisaje los árboles estén en la escala adecuada, es más importante mantenerse fiel al sentimiento en igual medida, todo está en equilibrar el conjugado de lo que se ve y lo que se siente respecto a ello.

Lo cierto es que la forma al expresarse es única y por tanto múltiple. Sea a través de las letras, melodías, óleos, cinceles, grafitos; el único requerimiento fundamental de la forma es que sea honesta, que sea cierta y auténtica, requerimientos fundamentales también en la vida.


Al final todo es un ciclo sin fin donde todo tiene conexión, donde el equilibrio es sensible, donde la vida cobra forma al expresarse.