Aquí les dejo un ensayo que me asignaron para TDLF en base a la lectura de algunos capítulos del libro ''El Territorio del Arte es Enigmático'' por Alejandro Otero, donde se habla de la forma, el arte y el diseño, entre otras cosas. Le agregué imágenes de las obras que más me gustaron cuando investigaba sobre varios artistas que menciona el texto.
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Expulsión del Paraíso, Miguel Ángel |
Para empezar quiero decir que
me siento totalmente frustrada porque quiero ese libro completo en mis manos. Es
tarde, me dispongo a leer varios capítulos de ‘‘El Territorio del Arte es Enigmático’’ por Alejandro Otero, los
había impreso hace un tiempo ya en la librería de la universidad. Lo primero en
lo que me aborda el autor es en la estrecha relación que hay entre la forma y
el arte, donde una no existe sin la otra. Yo nunca me había sumergido tanto en
la verdad de estas palabras, una de las críticas que él
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Almendro en Flor, Vincent Van Gogh |
hace es de cómo en
tantas ocasiones la cotidianidad y el uso ordinario de la palabra ‘‘forma’’ le arrebata por completo la
complejidad de su significado, me declaro culpable de haberlo hecho, de no
haber profundizado en todo lo que abarca este concepto. La forma es, en cuatro
letras, todo. Todo, absolutamente todo, tiene forma, sea apreciada por tus sentidos
o por tu imaginación, es natural el no poder imaginar algo que no la tenga, porque
aún intentándolo esa nada sin forma la tiene. Es algo muy relacionado al cómo
procesamos la información en nuestro cerebro, por alguna razón tendemos y
tenemos que darle un sentido a todo, una razón, una silueta, una característica
que nos proporcione el sentimiento de poder manejar con nuestras propias manos
esa idea. En el arte la forma es indispensable, pero como menciona el texto,
una forma con carácter, con fuerza, con sentimiento, con propósito; bien señala
que ninguna gran obra de arte existe sin esta, es como su alma, tantas veces
pasada de alto, sin darle el mérito que en realidad posee. Con el manojo de
hojas en una mano voy viendo las obras de los genios mencionadas en su texto:
Miguel Ángel, en su robusta y maravillosa forma de presentar el cuerpo humano;
Monet, en sus libres pinceladas; Van
Gogh, es su
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La Avenida de los Alyscamps, Vincent Van Gogh |
bella forma de ver; Picasso, en la complejidad de sus composiciones;
Mondrian, en su aparente sencillez; Gauguin, en su fingido desdén; todos y cada
uno de los mencionados me ilustraron mejor a lo que se refiere Otero con aquello
de la fuerza de la forma. La forma no es solo un círculo, triángulo y cuadrado,
la forma es todo lo que sale de ellas y más, es infinita. Otero señala que el
que tiene una vista del todo obtiene solo un placer visual pasajero, solo el
que logra apreciar lo que los demás ojos pasan de largo puede decir con
honestidad que reconoce la grandeza del arte. Otra cosa que me hizo caer en
cuenta de que Otero sí ve el todo en verdad, es el hecho de que considera
incluso los aparentes ‘‘vacíos’’ como formas independientes, es cierto, nada es
adrede, ni siquiera cuando ni el mismo artista fue enteramente consiente del
hecho. Reitero: el arte da vida a la forma en la misma medida en que la forma
da vida al arte. Algo así como la relación de una madre con su hijo pero aún
más profundo, porque el niño eventualmente se desliga, el arte y la forma
jamás.
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La señoritas de Avignon, Pablo Picasso |
Ya cuando me adentro con
Otero en su visión de la forma y el diseño es cuando entro en desacuerdo con él
en varios aspectos. El autor, a mi sentir, desprecia el proceso de diseño en el
arte, lo devalúa, me da la sensación de que sintiera que este le quita pureza a
las obras. Lo más probable es que me equivoque y este diciendo una barbaridad, pero
es la sensación que me generan sus letras, más entiendo a qué se refiere con lo
de diseñar de más, por así decirlo, pero opino que eso tiene que ver más con el
diseñador pretencioso y su contracara que es el diseñador que se censura en un
diseño, ambos obtienen como resultado que el diseño se vea incompleto, insípido
e indiferente. La forma en el diseño la distinguimos como módulos, donde me
advierte sobre la saturación del diseño al emplearlo. Lo que sí es una verdad
para mí, aunque a Otero pueda parecer una intervención innecesaria a la suerte
de pureza divina que tienen las más grandes obras, es que todos y cada uno de los
artistas diseñan y diseñaron, voluntaria o involuntariamente, con papel o sin
papel, con pretensión o sin ella, sus obras; este acto de diseñar es casi un
reflejo, es inevitable que al crear no se diseñe consecutivamente esa creación,
el simple hecho de imaginar como quieres que sea algo es, en otras palabras, diseñarlo.
La forma en el diseño gráfico me lleva directamente a pensar en logotipos
típicos derivados de las figuras geométricas básicas, pero como aprendí de esta
lectura, hay que ver más allá. Resulta redundante decir que todo en el diseño
debe tener un porqué, pero parece en misma medida
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Lotos, Claude Monet |
necesario; como en el arte,
en el diseño gráfico debe ser un requisito indispensable, debe procurarse forjar
una relación semejante a la codependencia del arte y la forma. En estos
primeros pasos de mi carrera me cuesta expresar el mensaje que busco comunicar
en la composición, para mí, como creadora de ella, tiene perfecto sentido,
tiene un mensaje y un concepto detrás, pero no logro que su traducción en otros
ojos sea igual de sencilla, especial y clara; es como antes mencioné, uno de
los mayores desafíos a la hora de componer y de diseñar, que todo signifique
algo sin que sea expuesta la intensión con luces de neón, sin saturarla. Llego así a una frase de Otero: ‘‘Lo que ha sido diseñado comunica ese carácter’’. Se refiere a que
el diseño gráfico envía el mensaje a todo público de forma directa, eficaz, a
los que ven el todo y a los que aprecian los vacíos, aunque más que al diseño
gráfico se refiere es a la publicidad y propaganda. El arte y el diseño pueden
tener objetivos distintos pero siempre tienen uno en común: comunicar, lo que
varía es la manera en que lo hacen y cito una vez más ‘‘el arte no depende del cómo ha sido hecha’’, he ahí la mayor
diferencia entre el diseño gráfico y el arte.
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Antibes, Claude Monet |
Finalmente entramos en el
mundo de lo natural, lo orgánico. El autor menciona en varias ocasiones cómo
hay infinidad de formas, un mundo aparte más allá de las geométricas,
inspiradas en lo vivo. En la vida nada
ocurre dos veces, no hay dos pétalos iguales, no hay dos personas iguales, no
hay dos ramas iguales, no hay nada en este mundo que sea exactamente igual a lo
otro. La espontaneidad del mundo natural es tan agradable que siendo todos los
elementos diferentes no generan ni un miligramo de sentimiento de desorden,
caos o desconexión entre ellos y su entorno.
Es sin lugar a duda una fuente de infinita inspiración, de motivación a
no recurrir a los caminos fáciles. La naturaleza te motiva a hacer algo diferente,
es un banco de ideas sin fondo, no existe en él la bancarrota. La naturaleza
establece la pauta, nos da ejemplo a
seguir de cómo deben ser las cosas: únicas, nos proporciona el arquetipo.
Ver más allá de las narices
es más difícil de lo que parece puesto que quien no lo hace no es consiente
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Nevermore Of Taiti, Paul Gauguin |
de
ello, no sabe, no tiene una mínima idea de toda la inmensidad que tiene frente
a sí, ni del sin fin de posibilidades que tiene de expresar estas maravillas o
desgracias. Expresarse es una necesidad orgánica, es algo inevitable, a través
de los medios que sean. Hay quienes disfrutan hablar, otros escriben, otros
componen piezas musicales, otros pintan, otros esculpen, otros cantan. Todos
tienen su arte. Todos tienen su forma de largar sus pensamientos, de
expresarse, de saciar esa necesidad, lo que sucede es que no a todos les
importa ni todos aprecian esta capacidad de ir más allá de lo planteado, de lo
establecido, de lo superfluo. A muchos les da miedo adentrarse en su mente;
miedo a que este vacía o siendo más positivos, miedo a que esté tan llena de
mensajes que después de entrar sea simplemente demasiado. En cualquier caso lo
peor es renunciar a la expresión de lo que se siente, de dejar un pedacito de
mente o de alma en algo producido por ti, por tu esfuerzo, porque más que un
derecho es muchas veces un deber el decir y defender lo que se piensa y siente.
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Muchacha Frente al Espejo, Pablo Picasso |
Es insólito como nos
acostumbramos a las maravillas de este mundo, tanto naturales como producidas,
¿cómo te puedes acostumbrar a ver las obras de Cruz Diez por la ciudad?, empegostarlas
con la cotidianidad y lo ordinario, o considerar ridículo el asombrarte por el
atardecer todos los días, ignorar las formas de las gotas de lluvia al estrellarse
contra el parabrisas, entre otras miles de maravillas diarias. Siguiendo en la
línea del expresar lo que se siente, como última idea planteada por Otero en lo
leído, me genera mucha empatía que a él y a muchos les sucede que se
entremezcla lo que quieren expresar con lo que ven, ese conflicto eterno de lo
que debe ser y lo que se siente que es. Pero más allá de lo políticamente correcto, de
que al pintar un bodegón la sombra este donde debe estar, que el pliego de la
tela este en el punto exacto o que al pintar un paisaje los árboles estén en la
escala adecuada, es más importante mantenerse fiel al sentimiento en igual
medida, todo está en equilibrar el conjugado de lo que se ve y lo que se siente
respecto a ello.
Lo cierto es que la forma al
expresarse es única y por tanto múltiple. Sea a través de las letras, melodías,
óleos, cinceles, grafitos; el único requerimiento fundamental de la forma es
que sea honesta, que sea cierta y auténtica, requerimientos fundamentales
también en la vida.
Al final todo es un ciclo sin
fin donde todo tiene conexión, donde el equilibrio es sensible, donde la vida
cobra forma al expresarse.